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sábado, 22 de abril de 2017

Pero recuerdo (por Julia Uceda)


Recordar no es siempre regresar a lo que ha sido.
En la memoria hay algas que arrastran extrañas maravillas;
objetos que no nos pertenecen o que nunca flotaron.

La luz que recorre los abismos
ilumina años anteriores a mí, que no he vivido
pero recuerdo como ocurrido ayer.

Hacia mil novecientos
paseé por un parque que está en París -estaba-
envuelto por la bruma.
Mi traje tenía el mismo color de la niebla.

La luz era la misma de hoy
-setenta años después-
cuando la breve tormenta ha pasado
y a través de los cristales veo pasar la gente,
desde esta ventana tan cerca de las nubes.

En mis ojos parece llover
un tiempo que no es mío.


5 comentarios:

Pablo M dijo...

Unos delfines, equivocando su camino a favor de la marea, se habían adentrado por el Guadalquivir llegando hasta Sevilla. De toda la ciudad llegó mucha gente atraída por el insólito espectáculo, a la orilla del río: damitas y galanes, entre ellos los que fueron mis padres, que allí se vieron por primera vez. Fue una tarde de sol que yo he creído o he soñado recordar alguna vez.

(MACHADO)

RAMóN Y SUS GREGUERíAS dijo...

Abrir un paraguas es disparar contra la lluvia.

Cide Hamete Benengeli dijo...

Cómo quieres que tenga
las manos blancas
si soy carbonerito
de Salamanca.

cajón desastre dijo...

El hombre... es la primera luz, que no es más que oscuridad visible. Es el fin, porque es descubir con la vista que se ha nacido ciego...

Son eras sobre eras, y tiempos tras tiempos, y lo único que hay es andar sobre la circunferencia de un círculo que alberga la verdad en el punto del centro...

Todo este universo, con su Dios y su Diablo, con los hombres y las cosas que ellos ven, es un jeroglífico que quedará por descifrar eternamente.

(PESSOA)

Lloviendo amares dijo...

A medio hacer quedamos, padre, ni cocidos ni crudos, perdidos en la grandeza de este basural interminable, errando y equivocándonos, matando y pidiendo perdón, maniacos depresivos en tu sueño, padre, tu sueño que no tenía límites y que hemos desentrañado mil veces y luego mil veces más, como detectives latinoamericanos perdidos en un laberinto de cristal y barro, viajando bajo la lluvia, viendo películas donde aparecían viejos que gritaban ¡tornado! ¡tornado!, mirando las cosas por última vez, pero sin verlas, como espectros, como ranas en el fondo de un pozo, padre, perdidos en la miseria de tu sueño utópico, perdidos en la variedad de tus voces y de tus abismos, maniacos depresivos en la inabarcable sala del Infierno donde se cocina tu Humor.

(ROBERTO BOLAÑO)