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jueves, 6 de abril de 2017

Y la muerte no tendrá dominio (por Dylan Thomas)



Y la muerte no tendrá dominio.
Los desnudos muertos serán uno
con el hombre en el viento y la luna del poniente;
cuando sus huesos sean descarnados y los descarnados huesos
se consuman,
en el codo y el pie tendrán estrellas;
aunque se vuelvan locos estarán cuerdos,
aunque se hundan en los mares se volverán a levantar;
aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor,
y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Los que yacen hace tiempo en los recodos bajo el mar
no morirán ahí en vano;
retorcidos en los potros de tormento cuando cedan los tendones,
atados a una rueda de tortura, aun así no serán despedazados;
la fe en sus manos se partirá en dos
y los males los atravesarán como unicornios;
cuando todos los cabos estén rotos, ellos no se partirán;
y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
No pueden gritar más en sus oídos las gaviotas
ni romper ruidosas las olas en la playa;
donde surgió una flor, otra no podrá
alzar su cabeza a los golpes de la lluvia;
aunque estén locos y muertos como clavos,
sus cabezas se hundirán entre margaritas;
irrumpirán al sol hasta que el sol se hunda,
y la muerte no tendrá dominio.



5 comentarios:

Pablo M dijo...

De momento la muerte no rige pues sigue floreciendo exhuberante la vida en la Tierra, pero todos los seres vivos han pasado y pasarán por el estado muerte. Los genes se sirven de cuerpos instrumentales. Los huevos ponen otros huevos y para ello se sirven de la herramienta-gallina. Somos lacayos de los cromosomas, que nos parasitan para persistir en otros cuerpos, y es a ese hospedaje o alojamiento transitorio que llamamos vida. Pero no importa: saquemos el jugo y el fruto: JUGuemos y disFRUTemos de la experiencia. Son unas pocas décadas, no más que eso. Yo, por lo demás (como Espriu), no le tengo miedo a LA BUENA TIERRA.

hAiKu dijo...

Toda verdad
es a lo sumo un trozo
de la verdad.

(RAFAEL BALDAYA)

Cide Hamete Benengeli dijo...

De niño fui monaguillo,
de muchacho sacristán,
y ahora, por fin, campanero.
¡Qué carrera más triunfal!

ORáKULO dijo...

Quien busca la felicidad fuera de sí es como un caracol que camina en busca de su casa.

Ignatius Reilly dijo...

(Ante la estatua de don Fruela II, en el paseo del Retiro.)



De todas las estatuas que adornan el paseo,

ésta es la más absurda, la más inexplicable.

¿Qué cosa hubo en don Fruela gloriosa y admirable?

Yo, puesto a analizar, no le encuentro ni feo.



Lo mismo por la espalda que de frente no veo

en él nada saliente, a excepción de su sable,

pero vivir de un sable es siempre despreciable

tanto en el siglo XX como en el medioevo.



¿Por qué, entonces, te hicieron esta estatua, don Fruela?

¿Por qué existió un artífice que se dio ese mal rato?

¿Por qué el gobierno hispano se gastó en ti la tela?



Hubo otros ciudadanos más dignos de ese trato.

Por ejemplo: el primero que comió mortadela

e inició luego al hombre en el bicarbonato.



 (JARDIEL PONCELA)