Aquella estación. La veo.
Oigo el silbo del tren.
Me voy. Está lloviendo. Estoy sentado,
tarde grande de mayo, dolorosas
punzadas.
Lluvias.
Tú, amor mío.
¿Qué importa?
La tierra está muy seca.
Es mejor sin palabras, que así sea
todo, que así se caiga
todo.
Pero aquella estación...
Y aquel azul...
Cómo se va hacia dentro
la verdad, oh noche
perdida, circulando,
silbando como el tren
encendido.
6 comentarios:
Hay muchas cosas y aspectos en la vida para los que las palabras no sirven. Dicen que las palabras, como el hacha o la lanza, se inventaron para cazar (para comunicarse entre sí el grupo de cazadores primitivos). Después se han sofisticado (como las hachas, lanzas y otras armas) e incluso abstraído, pero las palabras no dejan de ser instrumentos o utensilios de manutención. No sobrevaloremos las palabras.
A orillitas del Tormes
canta un jilguero
y en su trinar te dice
cuánto te quiero.
Había en ese tiempo una especie de sol,
y estaba en la superficie del agua,
y yo en el fondo del mar.
Y yo veía ese brillo sin saber que era el sol,
sólo una línea difusa que iluminaba
lugares del nunca.
(AMARAL)
De una patata
-sin tierra, en un estante-
brotan raíces.
(CUQUI COVALEDA)
atrás quedó la primavera
de mi vida
pero soy aún el dueño del mundo.
Y lo seré
mientras allá arriba
no se esfumen las nubes de mi infancia
no se apaguen los viejos deseos.
(LUIS ROGELIO NOGUERAS)
Escalamos el suelo
a pie.
Solos o juntos,
sin abrigo ni guía, suelo adentro,
pasos arriba.
Seguimos, nos perdemos
y sobre el suelo plano
se suceden aludes y refugios.
A veces en la sima
del sueño coronamos
una verdad posible:
cada paso es la cumbre.
(ÁLVARO TATO)
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