¿Puedo observar el dolor de alguien
sin sentir con él tristeza?
¿Puedo contemplar el pesar de alguien
sin intentar aliviarlo?
¿Puedo mirar la lágrima derramada
sin compartir el dolor?
¿Puede un padre ver llorar a su hijo
sin someterse a la pena?
¿Puede una madre escuchar indiferente
el lamento de un recién nacido, el temor de un niño?
¡No, no! ¡Imposible!
Eso jamás será posible.
¿Puede aquél que a todo sonríe
oír los gemidos del ave?
¿Escuchar a sus pequeños pesarosos y necesitados?
¿Escuchar el llanto de los nacidos sufrientes
sin sentarse junto al nido
¿Sin sentarse junto a la cuna
vertiendo llanto sobre las lágrimas del niño?
¿Y no pasarse día y noche
secando nuestras lágrimas?
Oh, no, jamás será posible.
Nos reserva a todos su alegría;
se transforma en joven;
se transforma en hombre compasivo.
También él siente dolor.
Piensa que eres incapaz de exhalar un suspiro
sin que tu hacedor no esté a tu lado;
Piensa que no puedes llorar una lágrima
sin que tu hacedor no esté llorando.
Ah, él nos otorga la alegría
que destruye nuestras penas.
Hasta que nuestro dolor se vacíe,
junto a nosotros se lamentará.
6 comentarios:
Es bonito pensar en un hacedor que sufre cuando nosotros -su obra- sufrimos. Pero, si el hacedor sabía que íbamos a sufrir, entonces ¿por qué nos hizo?
La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar.
(SUSAN SONTAG)
Rilke nos enseña que el mundo no está en ningún lugar sino en nosotros.
(SARAJLIC)
Como la miel endulza
la boca en el acto
un poema debería cobrar sentido
enseguida.
Sentidos y sonidos oscuros
no son mejores que
una conversación entre sordos y mudos.
( ATUKURI MOLLA)
Allí donde hay dolor es un lugar sagrado.
(WILDE)
El tiempo se parecía a la nieve que cae calladamente en una habitación negra, a una película muda en un viejo cine, a cien millones de rostros que descienden como globos de Año Nuevo, bajando y bajando hacia la nada.
(BRADBURY)
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