cerca de Toulon, un verano seco, fascinado de sí mismo,
que hablaba en un dialecto difícil de captar,
y sólo entendíamos retazos de palabras saladas,
un verano de una luz sesgada de la tarde, de pálidas
manchas nocturnas de las estrellas, cuando amainaba
el bullicio de innumerables conversaciones insignificantes
y el silencio esperaba a que se oyera un pájaro soñoliento,
un verano en la explosión diaria del mediodía, cuando incluso
las cigarras desfallecían, un verano cuando el agua azul
se abría hospitalaria, tan hospitalaria que olvidamos
por completo las ánforas que descansaban
en el fondo del mar hacía miles de años, en la oscuridad,
en soledad; fue aquel verano, ¿lo recuerdas?,
cuando reían las hojas siempre verdes del ligustro,
fue en julio cuando nos hicimos amigos
de aquel gatito negro
que nos pareció tan listo,
fue el mismo verano cuando en Srebrenica
mataban a hombres y a muchachos;
y se sucedían allí innumerables disparos secos
y seguro que también un calor sofocante y polvo,
y hasta las cigarras estaban muertas de miedo.
3 comentarios:
El mismo verano, el mismo, pero dulce en un sitio e infernal en otro.
El mismo verano, el mismo.
El yo es siempre una instancia inauténtica. Opera a fin de ocultar una perturbadora desunión.
(LACAN)
Continuamente nos disfrazamos de otro, de otros, porque en el fondo ignoramos quiénes somos.
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