Salimos
al patio de la escuela juntos, yo y el chico
cuyo nombre y cara
no recuerdo. Estábamos probando el rango
de la voz humana:
él tenía que gritar por todo lo que valía,
yo tenía que levantar un brazo
para hacer señales de un lado al otro de la divisoria
de que el sonido se había oído.
Llamó desde el parque —levanté un brazo.
Desde fuera de los límites,
gritó desde el final del camino,
desde el pie de la colina,
desde más allá del puesto de vigilancia de Fretwell’s Farm
—levanté un brazo.
Desapareció de la vista, pasó a llevar veinte años muerto
con un agujero de disparo
en el techo de la boca, en Australia Occidental.
Chico con el nombre y la cara que no recuerdo,
puedes dejar de gritar ahora, todavía puedo oírte.
4 comentarios:
No se puede negar la humanidad de otro sin disminuir la de uno mismo.
(BALDWIN)
¿Qué corazón no es niebla?
Cliente mentido, cliente perdido.
De nadie es la huerta que no tiene puerta.
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