jueves, 13 de abril de 2017
En qué cuadros (por Abraham Gragera)
En museos, en libros de arte, trato de adivinar siempre en qué cuadros les gustaría vivir a las personas que admiro, los seres que amo, aquellos que recuerdo por soñar
todavía. A veces los descubro entre la multitud, en ceremonias campesinas, y a veces los convierto en ciudadanos de una ciudad ideal, la pincelada viva de una naturaleza
muerta, o unas simples figuras en un paisaje simple, cuyo único deseo es quedarse un poco más ahí, de pie, frente a los campos vacíos, como si el hombre fuese sólo
la forma humana del tiempo, y no la forma temporal del hombre el tiempo que los ha soñado así, a la altura de la siembra, a medida de la siega.
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4 comentarios:
Yo también he tenido ganas de quedarme a vivir en un cuadro. Nada original, supongo. Una casa sencilla en mitad del campo, unos árboles, un perro y, sobre todo, un camino que se pierde en la lejanía. Pero sobre todo sin lucha, sin abyección, sin traición, sin competencia, sin mentira. Quién sabe si mi reino sí sería de ese mundo.
Tú has dicho el secreto que en mi alma reza:
yo odio la alegría por odio a la pena.
(MACHADO)
Casa de pisos.
Debajo de mi suelo
está tu techo.
(CUQUI COVALEDA)
Amigo tarambana: quien lo pierde, eso que gana.
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