Por aquí andamos. Nosotros, los recuerdos.
Apartamos los ojos porque nos da miedo leer:
«17 de junio de 1884. 21 años y 3 días».
Todo ha cambiado.
Nosotros, los recuerdos, seguimos aquí, solos,
pues no hay ojo que pueda vernos ni saber por qué estamos aquí.
Tu marido ha muerto. Tu hermana vive lejos.
A tu padre ya le dobla la edad.
Te ha olvidado, apenas
si sale de casa.
Nadie hay que recuerde tu rostro delicado,
tu voz aflautada,
ni cómo cantabas, incluso la mañana en que te hirió
el intenso dulzor de un dolor palpitante
hasta la llegada del hijo que murió contigo.
Todo está olvidado, salvo por nosotros, los recuerdos,
que hemos sido olvidados por el mundo.
Todo ha cambiado, salvo el río y la colina…
Pero también ellos han cambiado.
Solo el sol ardiente y las plácidas estrellas son iguales.
Y nosotros, nosotros, los recuerdos, seguimos aquí, aterrados,
los ojos anegados por el cansancio de las lágrimas,
con un inmenso cansancio.
6 comentarios:
Es tuya esta
última lágrima mía
que no puedes ver.
(UMBERTO SABA)
Allí donde la toques, la memoria duele.
Tienes verdes los ojos
como tu madre.
Bendita la rama
que al tronco sale.
Tienes verdes los ojos
como tu madre.
Bendita SEA la rama
que al tronco sale.
Cide, ¡ qué bonitas son las coplillas populares!
La dicha está donde la encuentras, muy rara vez donde la buscas.
(PETIT-SENN)
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