viernes, 11 de mayo de 2012
Inocencia frente a inocencia (por Sujana Bhatt)
Hay ese momento
en que el niño humano
mira
al niño mono
que también lo mira:
Inocencia frente
a inocencia en un espacio
en el que el niño mono
no está en cautiverio.
Hay pureza
claridad
hay una transparencia
en esta mirada
que dura largo tiempo
ojos de agua
ojos de cielo
el alma puede todavía caer allí
porque el mono
todavía tiene que aprender el miedo
y el humano
todavía tiene que aprender el miedo
–sin mencionar la arrogancia-.
Al ver todo eso
uno puede contar las pestañas
uno puede contar los caracoles
en la hierba
mientras espera
que los ojos parpadeen
esperando ver quién
desviará la vista primero.
Con todo, el mono no observa
al humano de la misma manera
en que vería las hojas
o a sus propios hermanos.
Y el humano observa
al mono sabiendo
que éste es por entero otro ser.
Y sin embargo, es tanta la buena voluntad
tanta la curiosidad que ilumina
sus rostros.
Me gustaría deslizarme dentro
de esa mirada, para saber
qué piensa el niño humano
qué piensa el niño mono
en ese preciso momento.
Recuerden, el niño humano
está en esa edad
en que comienza a usar palabras
con poder
pero sin la distancia
de los alfabetos, de las abstracciones.
Mencionen pan
y él quiere
una rebanada, con mantequilla y miel
en ese instante.
Mencionen a la gata
y él corre
a despertarla.
La palabra
es la cosa misma.
El lenguaje es simplemente
una música necesaria
conectada de pronto
con los propios latidos del niño.
Mientras que el pequeño niño mono
crece a un ritmo diferente,
observa un árbol, un matorral,
al niño humano
y piensa...
¿Quién sabe lo que piensa?
Lo que sigue encendido
es ese momento
de la mirada:
las dos cabezas hace poco formadas
titubeantes en frágiles cuellos
inclinadas una hacia la otra,
el rostro de mono
y el rostro humano
mutuamente absorbiéndose
con delicadeza intensa…
en que el niño humano
mira
al niño mono
que también lo mira:
Inocencia frente
a inocencia en un espacio
en el que el niño mono
no está en cautiverio.
Hay pureza
claridad
hay una transparencia
en esta mirada
que dura largo tiempo
ojos de agua
ojos de cielo
el alma puede todavía caer allí
porque el mono
todavía tiene que aprender el miedo
y el humano
todavía tiene que aprender el miedo
–sin mencionar la arrogancia-.
Al ver todo eso
uno puede contar las pestañas
uno puede contar los caracoles
en la hierba
mientras espera
que los ojos parpadeen
esperando ver quién
desviará la vista primero.
Con todo, el mono no observa
al humano de la misma manera
en que vería las hojas
o a sus propios hermanos.
Y el humano observa
al mono sabiendo
que éste es por entero otro ser.
Y sin embargo, es tanta la buena voluntad
tanta la curiosidad que ilumina
sus rostros.
Me gustaría deslizarme dentro
de esa mirada, para saber
qué piensa el niño humano
qué piensa el niño mono
en ese preciso momento.
Recuerden, el niño humano
está en esa edad
en que comienza a usar palabras
con poder
pero sin la distancia
de los alfabetos, de las abstracciones.
Mencionen pan
y él quiere
una rebanada, con mantequilla y miel
en ese instante.
Mencionen a la gata
y él corre
a despertarla.
La palabra
es la cosa misma.
El lenguaje es simplemente
una música necesaria
conectada de pronto
con los propios latidos del niño.
Mientras que el pequeño niño mono
crece a un ritmo diferente,
observa un árbol, un matorral,
al niño humano
y piensa...
¿Quién sabe lo que piensa?
Lo que sigue encendido
es ese momento
de la mirada:
las dos cabezas hace poco formadas
titubeantes en frágiles cuellos
inclinadas una hacia la otra,
el rostro de mono
y el rostro humano
mutuamente absorbiéndose
con delicadeza intensa…
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14 comentarios:
cuando alguna vez veo un mono (no distingo bien entre las clases de monos, supongo que un chimpancé), me cuesta trabajo aguantarle la mirada. Lo veo encerrado, recluido en un zoológico, y me parece que estamos cometiendo un crimen espantoso. Miro sus manos (¿quién llamaría patas a las extremidades delanteras de un mono?), sus manos -digo- y las noto igual que las mías, con sus dedos prensiles aptos para coger cosas, para señalar, para acusar. Y percibo su mirar triste y escrutador diciéndome ¿Cómo os atrevéis a tenerme aquí encerrado? Son tan similares a nosotros que no entiendo cómo pudo tardarse tanto tiempo (hasta Darwin en el XIX) en darse cuenta de que venimos de ahí. Supongo que en parte se debió a que en Europa no viven monos de esa clase (chimpancés, gorilas) y hubo que traerlos de África. Pero cualquier persona con un mínimo de raciocinio entiende claramente el íntimo parentesco que tenemos.
Tragi, no venimos de "ahí", porque los chimpancés actuales también son el resultado de la evolución de un simio anterior y distinto del que son hoy. Lo cierto es que hemos tenido un antepasado común, hace unos millones de años (menos de los que algunos soberbios piensan) y hemos evolucionada cada especie our way: somos primos, en realidad...
Ya sé que lo sabías pero me apetece pedantear contigo; porque, aunque muy mona (en sentido laudatorio), no olvido que me has llamado "mosca cojonera" en el pasado (reciente), y soy muy sentido y muy mío cuando se me toca el amor propio, Tragi.
No soy perfecto, aunque sí notable por donde quiera que se me mire: no lo sería si -hipocritón- fingiera una modestia con la que no me hablo siquiera. A cada uno lo suyo, Tragi.
Horror, la mosca cojonera ataca de nuevo. Claro que mejor una mosca cojonera que una mosca tsé-tsé.
Y preferible también a una mosquita muerta.
Y preferible también a una mosquita muerta.
Joé, se me ha repetido la mosquita. Debe de ser un tábano.
No culpes a tu comida si no tienes hambre. (TAGORE)
Estoy de acuerdo, un simio debe tratarse con los mismos derechos que un ser humano, de hecho es un ser humano.
El caso es que no nos rasgamos las vestiduras por verles enjaulados y maltratados
Sobre tábano : hay un cuadro muy chulo de John Brophy que se llama Madonna con tábano y Charles Manson saco el 11- 11- 11 el CD " tábano " . Charles Manson es un hematofago . ¿ El tábano ? Lo mismo . En fin , que se vea que sabemos de todo .
Bye
En el lenguaje científico la claridad es la única estética permitida.
(MARAÑÓN)
No hay nadie que no tenga su hora tonta.
Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.
(BORGES)
Las apariencias, y también las evidencias, engañan.
Lo único que permanece es el cambio.
(HERÁCLITO)
Ninguno hable mal del día
hasta que la noche llegue.
Yo he visto mañanas tristes
tener las tardes alegres.
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