sábado, 26 de mayo de 2012
Y lo guardo en la sangre (por Ray Bradbury)
Soy el más asoleado sabueso de Dios,
he encontrado el sol y lo guardo en la sangre,
lo hago dormir en las venas,
me esfuerzo por seguirlo como un girasol,
ahuyento la noche levantando la cabeza para no perderlo
y bebo rápido tragos de luz.
Los dos somos uno. No existimos por separado el sol y yo,
y como pareja intercambiamos nuestros luminosos dones...
El sol me ofrece y yo ardo en cuentos, una y otra vez,
la palabra justa que explica
una vida que desborda el universo;
el ensayo de su efecto en la mente
que era pero ya no será ciega.
Así me gustaría estar todo el año...
El sonido silencioso que hace el sol
cuando cuece mi alma vibrante
y todas las cuerdas de mi arpa se llenan de fuego
que quema mis deseos rancios
y allí estoy, al mediodía y a la luz:
el más querido y asoleado sabueso de Dios.
he encontrado el sol y lo guardo en la sangre,
lo hago dormir en las venas,
me esfuerzo por seguirlo como un girasol,
ahuyento la noche levantando la cabeza para no perderlo
y bebo rápido tragos de luz.
Los dos somos uno. No existimos por separado el sol y yo,
y como pareja intercambiamos nuestros luminosos dones...
El sol me ofrece y yo ardo en cuentos, una y otra vez,
la palabra justa que explica
una vida que desborda el universo;
el ensayo de su efecto en la mente
que era pero ya no será ciega.
Así me gustaría estar todo el año...
El sonido silencioso que hace el sol
cuando cuece mi alma vibrante
y todas las cuerdas de mi arpa se llenan de fuego
que quema mis deseos rancios
y allí estoy, al mediodía y a la luz:
el más querido y asoleado sabueso de Dios.
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9 comentarios:
Y resulta que el viejo Ray también escribe poesía.... Aún vive, ¿verdad? Recuerdo haber leído grandes relatos suyos, inolvidables, como El Vino del Estío. Para mí siempre será uno de los grandes, junto a Stanislaw Lem y Asimov.
Muy bueno
Chao
Adiós, Ray, amigo. Gracias por haber existido.
Los hombres aprenden mientras enseñan.
(SÉNECA)
Dime que me quieres,
dímelo, por Dios,
aunque no lo sientas,
aunque sea mentira,
pero dimeló.
Dímelo bajito,
se te hará más fácil decírmelo así
y el te quiero tuyo será pa mis penas
lo mismo que lluvia de mayo y abril.
Ten misericordia de mi corazón.
Dime que me quieres,
dímelo, por Dios.
El hombre que se está hundiendo se agarra a un clavo ardiendo.
Le dije a la luna
del altito cielo
que por una hora
a mí me llevara
con mi compañero.
Cubierta de hojas,
la calle se estremece
como un estanque.
(SUSANA BENET)
Diez años, y todavía está en la
radio. La vie en rose
se derrama desde una docena de ventanas
en el canal. Una mujer
y su hijo en una barcaza
de verduras la cantan. Un hombre, limpiando
la proa de su góndola,
la canta mientras su perro mueve la cola.
Los chicos jugando a la rayuela la cantan.
Ropa a medio lavar cuelga sobre las cabezas.
Flota basura en el estrecho canal.
Más radios se suman. A través
del canal, detrás de las ventanas enrejadas
de la Cárcel de Mujeres, un centenar
de puras voces de carteristas.
((KENNETH REXROTH))
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