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viernes, 2 de junio de 2017

Sé que tengo una deuda (por Vicente Gallego)


Esta tarde he escuchado
otra vez sus pisadas a mi espalda,
he notado su aliento al abrir una puerta,
y sus huellas están en mis viejos papeles.
Aunque no puedo verlo,
hace tiempo que siento su presencia inquietante
cuando me quedo solo, cuando paso las horas
encerrado entre libros y palabras.
Sus lamentos me llegan confundidos
con el viento que gira en la terraza,
y oscurece su sombra en los espejos.
Sé que tengo una deuda.
Mientras sigo escribiendo escucho un llanto.
Y no puedo pagarla.
Mientras sigo escribiendo va muriéndose el día
como una advertencia.
Sé que el plazo ha vencido.
Su tristeza es un ruido que perturba mi vida,
sus reproches se adaptan al sonido
de este vaso con hielo, y a la tarde de otoño,
y al rasgar de esta pluma en el papel
donde ensayo lamentos y disculpas.
Sé que tengo una deuda.
Sé que el alma de un muerto penará por mi culpa.
Ha llegado la noche, y a través del espejo
en que se ha convertido la ventana,
unos ojos sin vida me contemplan.
¡Si yo hubiera podido -les explico-, si yo hubiera sabido!
Y no supe pagarla.
A través del cristal unos ojos me acusan:
son los ojos de un niño que jamás me perdona
el haber confundido su futuro y sus sueños
con la vida sin sueños, con el triste futuro,
de ese hombre que ahora
teme al vidrio y esquiva su mirada.



6 comentarios:

Pablo M dijo...

Todo el mundo tiene una autodeuda. Nadie estuvo a la altura de sus sueños.

Ignatius Reilly dijo...

Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia que lo creó.

(EINSTEIN)

Cide Hamete Benengeli dijo...

Si no me caso contigo,
juro por lo que más quiero
que o bien me caso con otra,
o bien me quedo soltero.

tERESA pANZA dijo...

Consejo sin remedio, no vale un real ni medio.

batiBURRILLO dijo...


Serás recibido
por una buena taza de café
cuando llegues al cielo,
y cadenas de angelical armonía.

¿Pero no te sentirías devastado
si sólo sirven descafeinado,
mientras que desde las cafeteras del infierno
tu alma es asaltada por el fresco
aroma del espresso de Satanás?

(JOHN AGARD)

ORáKULO dijo...

Cuántas veces te han extrañado tus propias palabras, tus propias reacciones, tus propios actos? ¿Cuántas veces te has llevado, contigo mismo, una sorpresa?