Entre autobuses, entre corazones,
entre los olmos, entre los vallados,
entre almas atónitas, por puentes,
exhalada tu firme bicicleta.
Te sigue el río de la carretera
tierno su duro arbitrio conmovido,
respondiendo a tu llanto con lamentos:
Te pierdes. No te pierdes. Me persiguen.
¡Qué júbilo sin prisa en lo que es llano!
¡Qué salto en los collados repentinos!
¡Qué dejarse caer por las cañadas,
exhalada, tras ti, la carretera!
Siguiéndote va, helada cuando tuerces,
y ¡qué lento suspiro cuando un valle
te traga, qué alto grito
cuando una loma a punto te devuelve!
Bella ciclista, tu ave de pedales
conduces por un aire de jardines,
de prados aguardando entre los troncos
a que estalle, final, la primavera.
El viento en tus oídos te proclama
única emperatriz de los ciclistas.
Te persigue, te pide los cabellos;
tú se los das y te los va peinando.
Nadie me espera, nadie me despide.
Mis cabellos y el viento, los pedales,
los troncos y los ríos son los puentes;
sin partida o llegada, siempre voy.
Siempre va, siempre va, aunque suspiren
árboles melancólicos y lloren
los ojos de los puentes, ríos de llanto:
No pesa el corazón de los veloces.
3 comentarios:
Suben y bajan, pero nunca se mueven los caminos.
En el mercado.
"¡Os vendo este sombrero
con nieve encima!"
(BASHO)
Suficiente es mejor que demasiado.
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