martes, 6 de septiembre de 2011
El que más ame (por W.H. Auden)
Mirando las estrellas, sé muy bien
qué poco les importa que me vaya al infierno,
pero la indiferencia del ser humano o de la bestia
es lo que menos deberíamos temer en este mundo.
¿Nos gustaría acaso que las estrellas se incendiaran
con una pasión hacia nosotros que no pudiéramos corresponder?
Si no es posible que entre nosotros haya igual afecto,
dejen que sea yo el que más ame.
Por muy admirador que yo imagine ser
de las estrellas, a las que esto tiene sin cuidado,
no puedo afirmar, al mirarlas ahora,
que durante todo un día eché de menos a ninguna.
Si todas las estrellas desaparecieran o murieran,
yo debería aprender a contemplar un firmamento vacío
y a sentir que esa absoluta oscuridad es sublime,
pero lograrlo podría llevarme cierto tiempo.
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11 comentarios:
Miras el cielo por la noche y ves tanta inertitud ahí arriba! Astros inmensos, algunos de ellos varias veces más grandes que el sol (que nuestro sol) y aparentemente inertes, carentes de vida. A mí me da una especie de vértigo y por otro lado se me hace difícil pensar que, entre tantas estrellas, planetas, satélites... no haya ningún cerebrito ni ojos (o cosa parecida) mirándome.
Arantxa, la palabra inertitud no existe, pero claramente debería existir. En Word escribes inertitud y va y lo cambia por ineptitud. Qué inepto. Hay que escribir a la RAE para que admite urgentemente la palabra inertitud.
Vientre lleno, aunque sea de heno.
Los libros aburridos suelen provocar las críticas más divertidas.
(JLGM)
Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los otros. Es la única.
(GANDHI)
Todos somos muy ignorantes. Lo bueno es que no ignoramos las mismas cosas.
Francisca me quería o me detestaba. Y así fue ella la primera que me dio la idea de que una persona no está, como yo había creído, clara e inmóvil ante nosotros, con sus cualidades, con sus defectos, sus proyectos, sus intenciones respecto a nosotros (como un jardín que está uno mirando, con todos sus arriates, a través de una verja), sino que es una sombra en que jamás podremos penetrar, para la cual no existe conocimiento directo, tocante a la cual nos forjamos numerosas creencias con ayuda de palabras e incluso de acciones que, tanto unas como otras, sólo nos dan informes insuficientes y, por lo demás contradictorios –una sombra en la que podemos alternativamente imaginarnos con asaz verosimilitud que brillan el odio como el amor.
(PROUST)
A la serpiente que perdió sus colmillos aún le queda el silbido.
(proverbio birmano)
El llanto en las mujeres
es una alhaja:
Para usarlo lo tienen
como en un arca.
La abren y lloran,
la cierran y se ríen
cuando acomoda
No dejes que tus pies vayan por delante de tus zapatos.
(proverbio escocés)
Hora de siesta.
Todo el pueblo dormido,
menos un pájaro.
(SUSANA BENET)
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