lunes, 12 de septiembre de 2011
A veces (por Saiz de Marco)
Entre los mecanismos los ejes las bisagras
a veces una flor
Entre las cañerías los grifos los desagües
a veces una flor
Una flor de esas plantas callejeras anónimas humildes imprevistas
de uno de aquellos brotes que sin licencia emergen en medio del asfalto
Entre los gastados adoquines de las calles
entre las marmóreas baldosas de las aceras
entre los áridos escalones de los días
a veces inesperadamente
una flor
a veces una flor
Entre las cañerías los grifos los desagües
a veces una flor
Una flor de esas plantas callejeras anónimas humildes imprevistas
de uno de aquellos brotes que sin licencia emergen en medio del asfalto
Entre los gastados adoquines de las calles
entre las marmóreas baldosas de las aceras
entre los áridos escalones de los días
a veces inesperadamente
una flor
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9 comentarios:
Y menos mal porque ¿qué sería de nosotros sin esas flores que a veces insólitamente, asoman por las grietas de las calles, las aceras y parecen romper el pavimento?
Ha florecido una rosa en mitad de la calzada sin permiso del alcalde.
La autoridad ha ordenado 30 días sin lluvia para que la rosa se seque.
Han pasado 30 días. La rosa se ha secado.
Sus pétalos marchitos, su tallo mustio, yacen sobre la calzada.
En la televisión dicen que la culpa es de la nube.
El que te hace fiestas que no te suele hacer, o es que quiere engañarte, o es que te ha menester.
Sin capacidad de entusiasmo no hay buen crítico; sin un punto de sadismo, tampoco.
(JLGM)
Algunos críticos sólo tienen entusiasmo cuando son sádicamente malévolos. El sadismo es pariente de la envidia e hijo putativo de la frustración (casi nunca se admite de buen grado ser hijo legítimo de la frustración).
Verse rodeados de talento y no ser ciegos ante las limitaciones propias, mueve a algunos a inscribirse en los Cursos acelerados de Crítica Despiadada. Con el flamante título entre las garras, luchan denodadamente (los sádicos son muy tenaces) hasta abrirse hueco en alguna gaceta, hoja parroquial o similar, y empiezan la labor de zapa del talento ajeno. Lo que no quita para que, bastantes veces, atinen al suministrar la dura melecina (sic) a los malos escribidores. Pero esa es su coartada, la que les sirve para disimular sus querencias inconfesables..., evidentes, sin embargo, para los perspicaces.
Consejo mal recibido, allí donde no es pedido.
Yo siempre ando con desvelos,
a mí siempre me va mal,
¡pero qué consuelo tengo
cuando llega el carnaval!
El físico sabe cuántos eclipses habrá el próximo siglo, pero desconoce qué soñará esta noche.
El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.
(GRACIÁN)
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